14 septiembre 2006

Mi vida y los planetas. Seis. UNA SEMANA EN EL MOTOR DE UN AUTOBÚS


Prometimos: No cambiaríamos jamás.
¿Dónde han ido las promesas a parar?
Se ha perdido todo, no queda nada más,
ahora lo que odio y lo que somos casi es igual


Una semana… es otro de sus grandes trabajos. El título viene de una historia que le contaron a Jota de un tipo en granada que, después de comerse un tripi, se subió a un autobús y empezó a dar vueltas por la ciudad. El hombre se empezó a imaginar que estaba encerrado allí, dentro del motor, y que no podía salir. El trabajo casi podría titularse Nuestras impresiones con las drogas, porque es un pequeño catálogo de pensamientos difusos, relacionados casi todos con percepciones alteradas de la realidad, como Laboratorio mágico o Toxicosmos. De todas formas, siguen contando lo que les gusta contar, historias de pareja con aforismos envenenados, como en Segundo premio cuando dice y si esto te hace daño, si te puedo hacer sufrir, ha servido para algo, al menos para mí. Su tercera vía de investigación en este disco, además de drogas y pareja, son las canciones que podríamos llamar existenciales; parece como si las drogas les hubieran abierto la mente y empezaran a plantearse quiénes son y por qué están en el universo. Muestras de ello son Montañas de basura o Desaparecer, si te esfuerzas puedes desaparecer. Pero es Línea 1 la canción que mejor define su agonía existencial, con toda naturalidad explica que su vida tiene que cambiar, que así no se puede seguir, pero ¿cuál es la fórmula para hacerlo? ¿cómo se hace para cambiar las cosas? Y después pensé mejor que no y puse la televisión. Subí a pillar un poco más, después de todo esto no está mal.

El disco está lleno de pequeñas grandes canciones, poco valoradas, tiene ese bagaje que les falta en otros discos, que tras sus singles tienen poco más que ofrecer. En este disco van sobrados. Las mal llamadas canciones de relleno, las que se ponen para que el disco dure lo que tiene que durar acompañando a los singles –y que abundan, por ejemplo, en el último disco de Joaquín Sabina-, tienen aquí tanto o más que ofrecer como las otras, canciones como Un mundo de gente incompleta o Parte de lo que me debes nunca aparecerían en una recopilación de sus éxitos, pero son canciones enormes. En esa posible recopilación seguro que sí estaría su segundo gran single, después de Qué puedo hacer, la canción que siempre ponen en los bares donde nunca ponen a los planetas, Cumpleaños total, una canción cuya letra completa es no será peor de lo que era, seguro que es mejor, repetida hasta la saciedad como un mantra tibetano, añadiendo al conjuro tres frases, consiguieron el éxito; los planetas encontraron la clave de la felicidad en escuchar su propia voz y luego reírse de sí mismos, por su poca voluntad, la canción termina diciendo aunque juré que nunca más, me acerco hasta el servicio a que me pongan otra.

Por esa época se rumoreaba que iban a cerrar los imperiales, pero nadie se lo creía. ¿Cómo van a cerrar los cines? Si la cola llegaba hasta el final de la calle cuando estrenaban Batman o Parque jurásico, los negocios no pueden cerrar cuando van bien. El cine del paseo versalles formaba parte de la cultura, de nuestra educación, pero se fue muriendo lentamente, como va a pasar con todo. Cómo ha cambiado el barrio, cómo era antes y ahora cómo es. Es una pena, pero cada vez se habla con la boca más abierta y con menos consonantes. Aunque tampoco es que fuera idílico el pasado, la verdad. También quemaban contenedores entonces los jóvenes y si no te andabas con ojo te podías ver dentro de una pelea muy fácilmente. ¿Y qué decir del impuesto revolucionario de las cuatro calles? Qué nostalgia. Cuando había que meterse el billete de mil pesetas en los calcetines para que no te lo quitaran los choros, cuando te arrinconaban y te registraban los bolsillos antes de entrar en cualquier bar. Qué tiempos aquellos. Qué ganas había de crecer y ponerse fuerte.
La primera vez que fui al cine fue a la sala cuatro del cine imperial que tenía ese sonido increíble que se metía dentro de los huesos. Fue a una película de James Bond que protagonizaba Timothy Dalton y de la que no me acuerdo de nada. Me acuerdo sobre todo de pasar los viernes por la noche, cuando volvía del centro, para ver el cambio de la cartelera y las películas que iban a poner nuevas y que hubiera más gente por allí mirando los carteles a esas horas.

5 comentarios:

Miguel Ángel Muñoz dijo...

¡Cuántas colas hicimos en aquella sala cuatro! Yo creo que es la iglesia más grande en la que nunca he entrado, pero claro, hasta las iglesias acaban por ser derribadas.

beren dijo...

Nadie pensábamos que eso de que iban a cerrar los imperials fuera a ser verdad... Pero claro tampoco lo pensamos del Centro Cine, de aquellos Minicines Moderno, detrás del ayuntamiento o de que el Teatro Cervantes pudiera ser una discoteca, pero así fue.

Anónimo dijo...

Esperaba ya tu nueva entrega sobre Los Planetas, ya te dije, me tiene enganchado: has hecho que desempolve cintas, cds y descargue discos del emule.

Pero sobre todo me gusta cómo lo enganchas con las cosas de tus andanzas en Almería, que pueden ser las de cualquiera de nosotros.

PD. Gracias por animarme a lo del blog, cuando tenga algo que decir me haré uno.

Hasta pronto (espero que muy pronto)

Anónimo dijo...

hay un antes y un después de este disco en la carrera de los planetas, para mí después vino unidad de desplazamiento y después... el tedio de unos planetas aburridisimos, repetidos, snobs y lerdos.

Sr. Curri dijo...

Algo cambió cuando cerraron los imperiales. Dejamos de ser pequeños o no sé qué fue, pero ya no es lo mismo. Ahora hay un supermercado en el que no ponen música de los planetas. Y andan por allí los fantasmas de Indiana Jones y de Batman.
Gracias Miguel Ángel Muñoz, Beren, trst21 y David por ser también presencias.