¿Qué
pensará alguien que venga de China o de Costa de Marfil de nuestra Semana Santa? Tiene que pensar
que somos gente muy rara o imaginarse que alguien le ha puesto a trabajar en el
Ministerio del Tiempo y le ha mandado de misión a otra época.
Pero, sobre todo, le tiene que resultar muy extraño el tremendo contraste que
existe entre sacar de procesión a figuras con gestos de dolor y sufrimiento y
el ambiente de alegría de la gente. Esa fórmula paradójica, irreal y extraña,
en la que conviven los dulces, la música y el buen humor con el recogimiento y
la introspección debe ser la clave de su éxito. Un choque que recuerda a la ilusión
de la gente en la celebración del Día de Muertos en
México y que hace pensar en ese concepto de ostranenie que acuñaron los formalistas rusos para
referirse a representaciones artísticas que extrañan al espectador. Pero,
por raro que pueda parecer a ojos de un foráneo, el caso es que el
espectáculo funciona. Nuestra cultura interesa y hace que venga mucha gente de
otros lugares, aunque muchos turistas se queden con la idea de que el Ku-Kux-Klan ha salido
a pasear por nuestras calles. Life is a mistery.
Publicado el 12 de abril de 2015 en la revista El Marrajo
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