10 enero 2008

Estación de paso

Cuento publicado en la revista Salamandria nº 19, "El tren".


El muchacho en la estación intenta seguir despierto. Hace todo lo que está en su mano para no dejarse vencer por el sueño, pero es difícil. Está muy cansado después de tantas cosas, aunque sabe que puede hacerlo, puede aguantar sin dormirse otro rato más, al menos hasta que llegue su tren. Saldrá en menos de una hora y no puede perderlo. La noche ha sido larga y el día parece que no lo va a ser menos. Encore un effort, se dice. Se dirige hacia la cafetería arrastrando los pies y pide un café, otro más. Debería plantearse reducir tantos excesos. ¿Solo? Sí. Antes era más complicado sentarse a una mesa o junto a la barra de un bar sin esperar a nadie. Ahora es lo natural; las sillas se ponen alrededor de las mesas por convención, pero lo normal es estar solo. Frente al muchacho hay una pareja joven con un niña chica que para desayunar tiene sobre la mesa lo que ha pedido: un batido de fresa, chocolatinas y una bolsa de patatas. El muchacho no va a decirles nada pero sabe que eso no está bien, que deberían alimentar mejor a la niña. Pero qué va a hacer. Quién es él para meterse en la vida de nadie. Ya vendrán un día a su castillo a proponerle juegos. En la sala hay también un tipo –como quien busca heroína- que se va acercando a cada mesa a pedir lo que sea, ¿no tienes dinero? ¿tabaco? pues algo de comer, y el muchacho dice que no y piensa rastrero, roba, nunca pidas, no tienes dignidad, mereces una educación sentimental. Y sonríe. El tipo va desapareciendo, deja tras él una estela brillante, como un cometa de papel de aluminio y el muchacho se frota los ojos. No es posible que haya visto eso, serán el sol y los cristales. Y este sueño que le atenaza. Detrás del muchacho otra familia desayuna. Un hombre, una mujer y dos chicas de veinte años que se terminan las frases: Papá, ¿qué es lo que te hemos hecho para que estés callado? ¿Es que te hemos hecho algo? Y el padre no dice nada, mira al suelo. La madre les contesta: tu padre es que es de naturaleza callada. El muchacho piensa que silencio sería lo único que no les daría. Se vuelve para mirar la boca de una de las chicas y acaricia el puño de la fusta que guarda en su mochila. Hay un silencio y al momento por los altavoces suena el aviso de su tren. En el andén mira su mapa y ve todo lo que aún le falta para llegar a casa. Parece mentira que con lo cerca que parece que están esos dos puntos, se tarde tanto en llegar. Hace sol, acaba de empezar el otoño. Ya llega su tren. Justine y su hermana parece que también van a subir.

*

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo bonito de todo esto, de internet, de los blogs, es la interacción y el "contacto". Cuando se pierde, cuando el que escribe para que otros lo lean esperando que le escriban, deja de escribir a los que lo leen y le escriben, se rompe el frágil equilibrio. No descuide sus obligaciones, que también las tiene.

Anónimo dijo...

Hola Señor Curri:

Cuando he leído este cuento me ha sonado a uno de esos que escribimos cuando queremos abandonar la adolescencia y que años después encontramos en un cajón. No es que esté mal, no. Soy un admirador de tu prosa... Pero es verdad que, ciertas frases, rezuman un tono algo ñoño y pueril. No obstante, el conjunto del texto, formalmente, no está mal. Un abrazo.

Por cierto, "Y este sueño que lo (le) atenaza".

Sr. Curri dijo...

.Uno cualquiera, da igual:
Es un círculo vicioso. Los blogs, la vida... Uno cualquiera serás, como yo, eso es verdad, pero no da igual.
No descuido mis obligaciones, que sé que las tengo. Ahora mismo voy a ir a escribir a los que me leen, pero a veces me entretengo y me pierdo en este "frondoso" paraje. Si el círculo es la forma perfecta para los aristotélicos, porque empieza y acaba, ¿En Almería dónde empieza? ¿en el vhada? Por cierto, me está encantando "Diario de un mal año" de Coetzee.
Un abrazo.

Perseo: Gracias por la crítica, creo que llevas toda la razón. Es un texto que tiene rasgos muy adolescentes y un tono bastante ñoño, frases como "lo normal es estar solo" dan ganas al leerlas de llevar a un campamento en la montaña al autor para que se socialice. Aunque podría excusarme diciendo que ha sido escrito así a propósito como si un joven marqués de Sade escribiera en un diario sus impresiones juveniles, si no queda claro al leerlo y tengo que explicarlo, eso quiere decir que el texto no está bien escrito.
Como si fuera un ministro o un concejal, en vez de avergonzarme y dimitir -quitar mi texto en este caso- cuando he sido sorprendido en flagrante delito, voy a mantenerlo e intentaré que la próxima vez no se note que soy un impostor.

Como no tenía muy clara la corrección ortográfica que me haces, lo he mirado en el panhispánico de dudas y dice: "son casos de leísmo usos en los que "le" funciona como complemento directo". O sea, que llevarías toda la razón en el cambio. Tampoco es excusa, pero cuando yo estudiaba "le" cumplía siempre la función de complemento indirecto -como en esta frase de mi texto: "Este sueño (que) le atenaza"-, pero ahora parece ser que, de unos años hasta ahora, es un complemento directo de persona. Supongo que es por eso que en el mismo diccionario dice, un poco más abajo: "Debido a su extensión (...), se admite el uso de "le" en lugar de "lo" en función de complemento directo cuando el referente es una persona de sexo masculino".

Gracias por pasarte, es todo un honor tenerte de lector.

camaradeniebla dijo...

El disfraz de X Men siempre está bien. A mí me gusta lobezno. Lo del leísmo me ha hecho gracia porque para bien o para mal se ha roto el espejo de la disociación narrador y autor.

Anónimo dijo...

Yo soy más del Hombre de Hielo. Será una cosa de la edad (lobezno fue una introducción de la factoría Marvel más de diez años después de crear el grupo original).
¿Disociación narrador-autor? Esto es internet..., para bien o para mal.
Un saludo, Ana (si es ese tu verdadero nombre). Me gusta tu prosa ágil e inteligente. Dime dónde puedo seguir leyéndote. Será todo un placer.

Arcángel Mirón dijo...

Es tenso y bien pintado. Transmite algo de desolación. Bah, las historias de soledades y trenes que parten son desoladoras.
Me gustó.

:)

Juan Manuel Gil dijo...

amigo, en este caso no estoy de acuerdo con perseo.ni contigo. me parece un buen relato. y yo sí creo o entiendo que ha sido escrito a propósito desde esa perspectiva.no percibo tu impostura de una forma exagerada. he disfrutado leyéndolo. (perdona, llego tarde a este post). me va a permitir mi amigo perseo una cosa: "me ha sonado a uno de esos que escribimos cuando queremos abandonar la adolescencia y que años después encontramos en un cajón". estoy cansado de que este tipo de juicios sean tan recurrentes. Porque precisamente sí tienen cierto componente adolescente (por lo de tópico/cliché/manido)y no suelen decir nada. amigo sr.curri, hasta la vista.

hombredebarro dijo...

Pues a mí también me ha parecido bien llevado, quizás con ese desliz de la Justine y la fusta como guiño, pero no deja de ser una historia de ese cansancio y agotamiento de la juventud que se siente terriblemente vieja.

Sr. Curri dijo...

Gracias por los ánimos, Arcángel mirón, Juanma, Hombre de barro.

Voy a desvelar el secreto, para que todo tenga más sentido: el texto es un homenaje al marqués de Sade, como si un joven marqués descontextualizado estuviera a punto de coger un tren; es por eso lo de Justine y la fusta, si no, no tendría sentido.
Esto es como explicar los chistes... ¿Os imagináis, -salvando las distancias, ya quisiera yo parecerme mínimamente- a Borges diciendo en realidad,lo que cuenta La casa de Asterión es que...