19 febrero 2007

Escritor (2)

19 de diciembre de 2006

Me puse todos los días a buen ritmo. Algún día, cuando lo leía, no me parecía del todo mal, pero encontraba fallos. El problema era que no quería corregir, me daba pena tachar en la libreta. Tenía la ilusión de que algún día los manuscritos de mi obra maestra serían conocidos por el público especializado gracias a una edición facsímil del original, una edición que obviamente no tendría tachones. Así que, como no corregía la dirección, me iba metiendo en todos los charcos, acumulaba los problemas y no sabía quién llevaba corbata de entre toda la gran galería de extraños personajes.

Cuando me sentaba me encontraba perdido y cada palabra parecía que necesitaba una explicación. Así que para distanciarme de la obra, para verlo todo con una visión más amplia... En definitiva, por miedo, empecé a coger la libreta cada dos días, cada tres. Y me decía Tengo una historia genial, pero es secundaria, no entra en la línea argumental, pero puedo desarrollarla aparte y luego la inserto... Apuntaba un resumen vago de la nueva historia genial y ahí se quedaba todo. Después me iba al café de los poetas, a intentar contarlo, pero casi siempre sin suerte.

Hasta que al cabo de una semana me di cuenta de que llevaba seis días sin escribir nada. Ah, me puse serio y me reñí. Grave y distante, me llevé hasta el asiento con mano firme y me obligué a escribir, casi sin ganas, aunque cosas peores he escrito en los días mejores. Y ahora, en el receso de navidad, cuando escribo esto para hacerme el despistado y no volver a la novela, aún no he terminado el primer capítulo.

11 comentarios:

Andrés dijo...

Y claro, viejo... si escribis con dos meses de delay... es difícil ponerse a trabajar así...

Es como festejar los pilares en Navidad.

Un blog super interesante

Saludos

A.-

Anónimo dijo...

no puedo opinar sobre lo ke escribiste pero, me agrado mucho leer el lado B de la creacion de un libro, es igual de interesante ke el libro mismo


Saludos*

Sergi Bellver dijo...

Voy a cometer un acto impúdico de exhibicionismo. Cuando apenas llevaba un año con esta vocación tardía, y empezaba a buscarle un afán más concreto al escribir, comencé un cuaderno (uno muy pulcro que me regalaron, tamaño medio folio, tapa dura, correa de cuero y hebilla, para la anotación sin urgencias) como taller paralelo a la que entonces iba a ser mi primera novela, sobre la peripecia real de un polizón del “Winnipeg”, el barco que Neruda, cuando era cónsul en Francia, fletó hacia Chile con exiliados de la guerra civil española. Deseché el proyecto al poco tiempo, por la negativa de la familia del protagonista a que novelara su historia, la que preferían relatar alguna vez por sí mismos, según dijeron, aunque sospecho que aún hoy sigue acumulando polvo en el cajón de las intenciones. El otro día no mentí cuando hablé de mis tres “iluminaciones”, y tal vez esta primera tentativa de la que hablo (anterior) estaba abocada al vacío desde el principio, por haberse gestado más en la razón que en la intuición. Además, está el corsé de lo verídico, con el que seguro me hubiera faltado el aire.

Toda esta introducción para corroborar al sabio que dijo que corregir es suprimir, sobre todo, que la casa del escritor se levanta fracaso a fracaso, y que el arte literario le debe más al pulido y cincelado, al desbastado de la roca viva, que al añadido interminable de engarces y losetas. Borra, Antonio, quita mucho y no te enamores de tus borradores, que por eso se llaman así, para que no sean lápidas, para que las palabras superfluas se puedan borrar. La primera vez que eliminas una frase duele como pegarle a un cachorro. Pero entonces, aprende, y deja de mearse en cada rincón de tu prosa, y entonces quitas un párrafo entero, si apesta, con la misma determinación del cirujano que extirpa el tumor. Y esto me lleva al principio y al fin de este comentario, a la pornografía de la sed (es la primera y puede que última vez que nadie lee ese cuaderno), y es que en cuanto he leído tu entrada me he acordado automáticamente de esto que escribí cuando todavía tenía en mente la sirena de aquél barco, despidiéndose de algún puerto francés, y tomaba mis notas en ese cuaderno con cinturón de castidad. Cómo se parecen las soledades, la ingenuidad y los delirios de los que quieren crear, ¿verdad?:

15 de noviembre de 2004:

“Tareas para la primera piedra.

(…) desterrar de mi cabeza de patán la idea de que este cuaderno pueda servir alguna vez a nadie de lectura de referencia o manual de creación, ni por afinidad con mi novela ni por el más mínimo atisbo de artesanía pulida en este legajo de letras inconexas. No escribo esto más que para mí mismo. Aquí estoy dando palos de ciego y no tengo la más remota idea de dónde me van a llevar. Sin lazarillo, es probable que a darme de narices con cualquier esquina. Pero al menos, el diente partido o la nariz magullada serán méritos enteramente propios. Así que el camino recorrido, también. Y demasiados orines sobre demasiados charcos he visto ya. No quiero ser una mala imitación de nadie, ni siquiera una buena (esto no tiene que ver con las sombra de Conrad, ojo). Lo que deba decir, que lo diga Mi Voz. Sólo así tendrá sentido comenzar esta andadura.

(…) ¿Por qué siempre escribo convencido de que alguien me está leyendo? Qué difícil va a ser acatar (es broma) el decálogo del cuentista Horacio Quiroga…”


Enero de 2005:

“A la Mierda con el proyecto.

Qué bien me han quedado las mayúsculas…(...)”


Pd: Me temo que ya tengo tres bitácoras, la original, la versión abreviada, y otra paralela, que se va armando como un puzzle en estos comentarios bíblicos que voy dejando en algunas casas de los colegas…

Anónimo dijo...

Por dios, señor Curri, deje de hacer Vila-Matas y escriba de una vez. La maldita enfermedad del escritor de nuestro siglo (la metaliteratura) no es más que una excusa ante el fracaso. Escriba algo, y si está bien, pues fantástico, y si no, pues a la hoguera. Ya basta de pajas mentales.

Un saludo desde suiza

Arcángel Mirón dijo...

Deje de buscar excusas, Sr. Scurri!! Escriba, que lo leemos!!

Anónimo dijo...

¡Dios santo, Curri!

Eres el mejor mentiroso del mundo.


Un abrazo.

Lost in Translation dijo...

yo tengo una historia buenisima en mi cabeza pero me da miedo empezarla a plasmar en el papel. No se por donde, no se como, no se nada, lo reconozco. Pero escribirla a la vez se ha convertido en una necesidad vital.

Astilla dijo...

...miles de maneras para perdernos a nosotros mismos.
Para agarrar el camino más largo que nos lleve al mismo lugar o talvez a otro peor (como a Caperucita Roja)...
Aunqeu, la verdadera preocupación tiene qeu venir cuando se deja de escribir por completo. Y bueno, creo que eso no le pasa querido Sr. Curri

Pd: en mi blog, por una fe de erratas no puse una especificación, el gran ttesoro no eran esos: ***, pero te imagino ahora leyendo eso y pensando de que F%&#@ está hablando esta niña?,
el gran hallazgo (y en realidad ni tanto) era esto : http://www.gistain.net/recs/m.htm

dos besos.

Antonio Almansa dijo...

estoy de acuerdo con Monsier, quien escribe desde suiza, ya se ha escrito y se ha mitificado suficiente el hecho del escritor, con diez libros publicados es romántico, en nuestra posición es excusa... es como cuando te deja una chica hay un tiempo en el que puedes ser un pesado con el tema pero después de ahi te lo tienes que tragar tu solita. El tiempo de la página en blanco ya es para el porro antes de dormir solito

un abrazo

Sr. Curri dijo...

.Andy, es verdad, juego con ventaja, pongo los textos con retraso, cambiaré. A partir de ahora mentiré en la fecha del texto. Gracias por los ánimos.

.Car je est un autre. Si le cuivre s'éveille clairon, il n'y a rien de sa faute. (Porque yo es otro. Si el cobre se vuelve claro, no es su culpa) -dice Rimbaud en su famosa carta a Paul Demeny el 15-5-1871 -. Porque tú eres otro cuando escribes, otra persona distinta a la que compra el pan por la mañana. Yo, por eso, cada vez que escribo me pongo el frac y la chistera, para estar elegante.
Saludos a Santiago. Qué lejos queda Chile y cuántos grandes poetas.

.Sergi Bellver, creo que es cierto, que deberías tener un blog con los comentarios que cuelgas en otras páginas, muchas veces son más interesantes que el propio comentario. Muchas gracias por mostrarte -como personaje ficticio- en tu acto creativo. La historia que cuentas de Neruda es formidable, deberías seguirla, supongo que es una perogrullada, pero a mí "Confieso que he vivido" me encantó. No sabía que en Chile se consumía tanto té. No me suelen gustar los libros de memorias, pero la primera parte de "La arboleda perdida" de Alberti y los tres tomos de "El tiempo amarillo" de Fernando Fernán-Gómez, además de este, me parece que son una crónica social de toda una época. El libro de Alberti creo que te puede servir si algún día retomas el proyecto, y el de Neruda, claro.

Corregir es cortar, claro que sí. Y yo disfruto cortando, más casi que escribiendo. Pero es cansado destruir, requiere un esfuerzo más refinado . La mejor prueba para un texto es guardarlo en un cajón y cogerlo al tiempo, si uno aguanta leyendo el texto completo, puede ser que no esté mal.
Gracias por tus textos.

.Monsieur le revenant, estoy completamente de acuerdo. Además, yo soy de los que critican estas cosas. No lo hubiera dicho mejor. En mi defensa, me mostraré erudito, cual Vila-Matas, y citaré uno de las entrevistas del mítico programa literario "A fondo" de tve, en el que el protagonista era Carlos Barral -que intentaba sin mucho éxito hablar de su poesía, cuando en realidad estaba allí para hablar de su labor como editor-. Preguntado sobre el éxito de la novela hispanoamericana, que gracias a él se introdujo en España en los 60, decía que, generalmente, los europeos escriben de puertas hacia dentro, de historias interiores, mientras que los americanos escriben de aventuras exteriores, de movimiento; él justificaba esto por motivos geográficos: el mundo en América es relativamente nuevo, aún hay sitios por descubrir y ese ansia está en los escritores, que quieren salir y buscar, mientras que en Europa, todo está más trillado, todos los caminos han sido ya transitados y parece que lo único que puede ser nuevo es la reflexión propia que haga el autor sobre la obra.
No sé si te valdrá como justificante para mi texto. Ya, a mí tampoco, pero he quedado superguay. Saludos a Suiza, por neutral.

.Arcángel mirón, es verdad, ya no me excuso más. Gracias por prestarme atención.

.Rafa, me has pillado, es verdad que miento, en realidad soy un tipo formal y cada día escribo tres horas. Te voy a poner una cita, que estoy hoy citón; en la película "El viaje a ninguna parte" de Fernando Fernán-Gómez, hay un momento en que José Sacristán, un cómico ya viejo en un asilo, se queja a Juan Diego de que todo el mundo le dice que no cuenta nada más que mentiras cuando habla de su vida, y Juan Diego le contesta:
- Galván! Hijo y nieto de Galvanes! Claro que mientes! Tu oficio es mentir!
Pues eso. Mi oficio es mentir, no sé hacer otra cosa. Un abrazo.

.Lost in traslation. No tengas miedo. Lo difícil es el principio, luego todo va suelto. Como cuando -igual el símil no es muy agradable, pero me parece que habla por sí solo- tienes ganas de vomitar y aguantas porque sabes que es un mal rato. El mal rato de verdad es el que pasas aguantando. Al final dejas que salga todo, y lo pasas mal un minuto, pero luego es mejor.
No te pierdas en el camino!

.Astilla, espero que no dejes de escribir. A mí a veces se me olvida, pero entonces me doy cuenta de que es porque he hecho otra cosa más importante, como un crucigrama o una ensaladilla rusa. Gracias por compartir el tesoro, es mejor aún que las tres estrellas.

.Javier, tienes más razón que un santo -que llevara razón-. A mí también me aburren ya estas poéticas de la narrativa, por qué escribo, qué me lleva a escribir unas palabras y no otras, qué me impide escribir... Es la primera vez que hago algo así, de todas formas, tiene un tono humorístico, no te lo tomes muy en serio.

Sé que te debo una crítica de tus textos (la tengo esbozada, pero no te puedo mandar eso, tú te mereces una señora crítica, estructurada) y cada día me siento a la mesa a escribirla, pero no sé, un miedo infinito al papel en blanco me atribula y no puedo continuar. Jeje. Sigue siendo bona barcelona? Un abrazo.

Lost in Translation dijo...

gracias por el consejo :) a ver cual es el resultado.